Es un tema peliagudo este de las decisiones al volante. Como Josep nos contó en el pasado, la toma de decisiones en el coche, sin dudas. Es algo que tiene que mucha lógica por la responsabilidad y el escaso margen de tiempo que tenemos comparado con la decisión de comprar una casa o un coche, o incluso la ropa que llevamos. Y en ese sentido, en el que Josep nos contaba, creo que es bueno que una vez tomada la decisión no la cambies porque puede tener malas consecuencias. A veces, cambiar una decisión que resulta en un error implica tomar otra.
Para ilustrar lo que quiero decir, y que no se malinterprete como una burda generalización, voy a contar un caso real que me pasó estas vacaciones mientras me desplazaba a mi tierra a pasar unos días. Mi experiencia no es mucha, pero los kilómetros ya se empiezan a acumular y es inevitable ver cosas. Lo que contaré ahora no duró más de 10 segundos, pero me parece lo suficientemente relevante para compartirlo. Tiene que ver entre otras cosas con la anticipación, la información previa, y la toma de decisiones en segundos.
No recuerdo la carretera ni el kilómetro (bueno si, la A6, pero la altura ni idea). Circulaba yo en mi turno detrás de un coche de tamaño medio, digamos una berlina normalita, manteniendo la distancia de seguridad. Me gusta decir que dejo 1,5 distancias de seguridad, pero tampoco es cuestión de tirarse el pisto, lo que se es que no estaba pegado a ese coche en concreto.
A la altura de una salida de la autovía, el coche inicia la maniobra de salida: intermitente, se incorpora al carril de deceleración… todo normal hasta que veo por el lateral de mi campo de visión cómo los dos del coche (un matrimonio) discuten breve y acaloradamente y acto seguido, por encima del cebreado que no se puede pisar, con intermitente y todo, se reincorpora a la autovía.
Tuve que frenar, y me llevé un buen susto: no lo esperaba y se reincorporó a bastante menos velocidad de la que llevaba hacía unos segundos. Lo primero que pensé... no pensé, frené y di luces, y luego pensé “pero, ¿está tonto?”. Ya pasado el momento de incredulidad me quedé pensando en que habría sido una equivocación, que no sería esa su salida y había decidido mal al meterse. Pero realmente cuando decidió mal fue al volver a incorporarse: ¡eso no se puede hacer así!
Mi pregunta es, si te has equivocado de salida y ya te encuentras decelerando en el carril, ¿no puedes seguir, asumir el error e incorporarte inmediatamente utilizando el carril de aceleración que está razonablemente cerca? ¿Tanta prisa hay? ¿De verdad piensa que hizo una buena maniobra en condiciones de seguridad? Lo hablaba hace escasos momentos con Josep, parece que haya conductores que no sean realmente conscientes de los riesgos de determinadas acciones. Otra cosa es que pongas el intermitente y antes de desacelerar desistas porque te des cuenta del error. Eso sí que me ha pasado a mi, que a veces me pierdo más que Marco sin brújula…
Foto | jlmaral